lunes, 28 de marzo de 2011

3ª EVALUACIÓN: Hª DE LA FILOSOFÍA; ORIENTACIONES PARA LOS TEXTOS DE ESTA EVALUACIÓN.





NIETZSCHE

SOBRE VERDAD Y MENTIRA EN SENTIDO EXTRAMORAL.

(INTRODUCCIÓN)
Esta obra fue escrita por Nietzsche en 1873 y no será conocida hasta el año 1903, año en el que se publica como escrito póstumo. En ella como en el resto de los llamados escritos de juventud, podemos encontrar ya algunos de los grandes temas de su filosofía. Concretamente en esta obra se ocupa de abordar una crítica radical al conocimiento. Los conceptos de verdad y mentira no tienen aquí ninguna significación moral, sino que hacen referencia a funciones del intelecto humano. ¿El intelecto humano es capaz de alcanzar la verdad o lo que entiende por tal es solamente una ficción, una mentira?
A partir de Sócrates y Platón, los grandes inventores de los conceptos, el intelecto humano ha tenido la pretensión de alcanzar el ser, la realidad; y  es en esta pretensión donde radica la “mentira” del entendimiento. Porque “mentir en sentido extramoral” es extrapolar la realidad mediante conceptos y símbolos que en realidad sólo son metáforas; y elaborar con ellas los mitos, la ciencia y el conocimiento en general.
La obra está dividida en dos partes, en la primera parte estudia el lenguaje y la idea de verdad y en la 2ª parte plantea una filosofía del arte. El texto a analizar pertenece a la primera parte, concretamente en este párrafo Nietzsche plantea.

●Para facilitar la comprensión del texto hemos dividido la primera parte en 6 párrafos (en el texto 10)  a los que hemos dado unos títulos explicativos que en el original no existen.

PÁRRAFOS 1-2-3
I. La necesidad del conocimiento en el ser humano: comienza por ver la necesidad de la inteligencia y el conocimiento de la realidad como medio de conservación del ser humano.
PÁRRAFO 4
II. La aparición de la noción de verdad: donde considera verdad como mentira colectiva necesaria para sobrevivir y la represión inconsciente de esta mentira.
PÁRRAFO 5
III. Pensamiento y lenguaje: estudia el pensamiento y el lenguaje, cuya uniformidad supone una utilidad social (contrato social) y un sentimiento de ser veraces, se premia la verdad y se `penaliza la mentira. El origen del lenguaje no sigue un proceso lógico, ya que su fundamento está en la imaginación creando metáforas. 
PÁRRAFO 6
IV. La formación de los conceptos: el concepto es solo una palabra que pretende  clasificar por iguales, cosas que son diferentes, por eso es una mentira. 
PÁRRAFOS 7-8
V. ¿Por qué buscamos la verdad?: la verdad es cosa de cada pueblo, una mentira necesaria para vivir que posibilita la vida en sociedad.
PÁRRAFO 9-10
VI. La verdad es imposible: la verdad es antropomórfica es una elaboración y creación humana pero que luego el hombre se olvida de ello, por eso: “No hay nada que sea verdadero en sí, real y universal” al margen del hombre.
 PÁRRAFOS 1-2-3
1-2 [Utilizando un lenguaje propio de la fábula, y más cercano a la literatura que a la teoría filosófica (esto no es casual en Nietzsche), el autor describe un mundo, el nuestro, en el que sus habitantes, los humanos, inventaron un día el conocimiento. Nietzsche nos hará ver mediante esta narración que la creencia en la verdad y en el carácter primigenio del conocimiento es falsa: un mero artilugio para hacernos creer que somos el centro de la creación. El conocimiento depende del lenguaje, y éste es un invento humano. Cualquiera que construyera uno (un simple mosquito) creería poseer también la perfección del conocer. De entre todos los hombres, el filósofo es el más orgulloso, pues es quien cree con más vehemencia en esta ficción. Aquí se intuyen ya algunas de las constantes que Nietzsche va a mantener a lo largo de este escrito: a) la verdad no existe, no es más que una ficción; b) el conocimiento es en realidad un error motivado por el orgullo humano, una falacia de un intelecto que se cree superior; c) consecuentemente, la historia de la filosofía es la historia de ese error.]
3[El conocimiento, el saber, y, tanto más, la filosofía son las ficciones que protegen al hombre, la especie más débil precisamente por necesitar de ellas. Pero la forma de este conocimiento, los conceptos, el lenguaje, no son más que descripciones “superficiales” que derivan de las impresiones sensibles o estímulos externos. La naturaleza no nos impacta originariamente con palabras, sino con un torrente de sensaciones múltiples. Nietzsche contrapone aquí implícitamente su biologismo y su “sensualismo” (afirmación de la superioridad de lo biológico y lo sensorial sobre lo lógico y lo intelectual) al racionalismo propio del pensamiento occidental desde Parménides y Platón. Si fuéramos capaces de vernos por un momento así, como simples seres vivos, y no como orgullosos creadores de conceptos, nos daríamos cuenta de que, en realidad, no sabemos nada sobre nosotros mismos. Tan solo creemos que sabemos (ficción). De hecho, ni siquiera conocemos nuestro propio cuerpo y sus reacciones. Adicionalmente, Nietzsche utiliza como ejemplos de que vivimos constantemente dentro de ficciones los vicios y mentiras propios de nuestro comportamiento social.]
4[Párrafo muy importante. Nietzsche introduce explícitamente la cuestión del LENGUAJE. El lenguaje es una invención (no es algo, pues, “originario” en el sentido de propio del “estado natural de las cosas”), cuyo objeto es proteger a los hombres unos de otros y evitar la guerra de todos contra todos (bellum omnium contra omnes) que, según afirmaba Thomas Hobbes dos siglos antes, constituiría el estado propio de los hombres (estado de naturaleza) anterior a toda forma social. Nietzsche considera el lenguaje como un pacto, al que agrega el calificativo de gregario. El pacto gregario nos hace obedecer convenciones (las convenciones que impone el propio lenguaje a la realidad: básicamente, la distinción entre lo verdadero y lo falso, en sentido extramoral, y entre el bueno (el que dice la verdad, el que no miente) y el malo (el que no dice la verdad, el mentiroso), en sentido moral. De que las sociedades hayan hecho prevalecer la verdad sobre la mentira se deriva nuestra seguridad en que obramos correctamente cuando no mentimos, y por tanto, de que una sociedad así construida sería “agradable” y nos “conservaría” en tanto especie. En esta visión convencionalista del lenguaje y la verdad (opuesta a la teoría de la verdad por correspondencia) se encierra la idea de que ambos conceptos señalan también límites que permiten excluir. Nietzsche se pregunta (en modo exclamativo, un tanto teatral), si ese lenguaje que ha sido delatado como ficción es apto para expresar la multiplicidad de “realidades” que conforman el mundo. Vuelve a apreciarse la influencia biologista (e incluso romántica) de nuestro autor, al denominar “impulso enigmático” a esa tendencia del hombre hacia la verdad.]
5[En este párrafo, uno de los más reiterados por los comentaristas, Nietzsche nos expone su VISIÓN GENEALÓGICA DEL LENGUAJE. El lenguaje surge de un triple proceso de metaforización o desplazamiento de una realidad original: primero, el mundo se nos presenta como un conjunto de impresiones y estímulos nerviosos. Éstos son convertidos luego en imágenes (primera metáfora). Las imágenes se convierten en sonidos (segunda metáfora). Y, por último, los sonidos en palabras, en lenguaje. Pero el lenguaje sólo existe porque prescinde de aquellas experiencias individuales que constituían las impresiones nerviosas: se forma igualando lo no igual, prescindiendo de las diferencias de género y de especie. El lenguaje no traduce, sino que oculta la realidad originaria del mundo, la hipotética y enigmática X o cosa en sí. Y más aún: mediante el lenguaje confundimos extraordinariamente la naturaleza de la realidad, creyendo que en ésta existen cosas tales como lo masculino y lo femenino, lo bueno y lo malo, o la verdad y la mentira]
6
[Las palabras deben servirnos, en su unicidad, para situaciones diversas y diferentes entre sí. No existe nada que se corresponda en la realidad con una “hoja” o con una “mesa”. Lo mismo sucede con lso valores morales: no existe nada parecido a la “honradez” o la “bondad”. Todos estos conceptos ocultan las diferencias entre acciones individualizadas, a favor de denominaciones comunes que nos permiten “creer” que sabemos qué es la honradez, o el bien. Así pues, lo que con más vehemencia creemos saber es aquello que más ignoramos]
[A la naturaleza le traen sin cuidado nuestras metáforas, nuestras denominaciones: no entiende de géneros, ni de conceptos. Todas nuestras descripciones del mundo, incluida la ciencia, son sólo proyecciones antropomórficas, es decir, proyecciones de propiedades que “suponemos” que están en las cosas sólo porque las hemos construido a partir de ellas. Como dirá Nietzsche a continuación: esto es como asombrarse de haber encontrado tras un matorral algo que nosotros mismos habíamos puesto ahí] La omisión…
7-8 [Párrafo crucial: LA VERDAD no es una esencia auténtica y objetiva de las cosas, sino el conjunto arbitrario y ficticio de denominaciones que nosotros hemos introducido en la experiencia para organizarla, estructurarla y extrapolarla a cualquier situación. El origen de la verdad no es natural, sino literario: la verdad es un ejército móvil de metáforas y desplazamientos del sentido originario de la experiencia humana. Al imponerse el concepto de Verdad en la Grecia clásica, nuestra experiencia de la realidad quedó para siempre sometida al orden de los conceptos. Cada concepto en su lugar, y frente a su opuesto, como en un gran columbarium romano. Desde entonces, la Verdad es correlativa de y a la vez opuesta a la Mentira, a la que necesita para hacerse comprensible (el que dice la verdad queda separado del que miente). En el orden moral, la sociedad queda dividida en buenos y malos, las acciones en justas e injustas, y con estas divisiones artificiales los hombres han encontrado un modo de dominar su miedo a ser libres. Además, el trabajo magistral de la filosofía, refrendado luego por la religión, ha consistido en convencernos, a base de tapar el auténtico origen de nuestro lenguaje, de que la Razón humana es la capacidad suprema, pues a ella conviene el conocimiento de esos conceptos universales que nos hacen hombres y nos levantan frente a las bestias: la Razón aniquila a la experiencia individual, artística, espontánea, del artista, del hombre intuitivo, trágico. La Razón es universal porque contiene valores universales: esa es la gran mentira de los filósofos-momia. En realidad, la Razón no tiene otro aspecto de universalidad que el que le presta la gigantesca mentira del lenguaje, dirá Nietzsche]
9-10
9[El concepto de Verdad, el concepto absoluto (del que son correlato el resto de universales filosóficos: el Bien, la Belleza, la Razón, la Justicia, el Conocimiento) es fruto del OLVIDO, dice Nietzsche. Del olvido de un mundo primitivo de experiencias individuales: el mundo de la tragedia y de los mitos, en el que las cosas, los hombres y los dioses tomaban formas intercambiables, eran unas veces una cosa y otras veces otra diferente. El olvido de nuestro auténtico origen se ha producido por el endurecimiento y la petrificación de la gran metáfora del lenguaje: nuestros conceptos más importantes parecen portar desde siempre una carga natural: la carga de la representación. Se les ha supuesto isomórficos con respecto a la realidad, cuando no son más que desplazamientos de la misma. Pero ese olvido tiene un sentido profundo: necesitamos creer en los significados universales del lenguaje para protegernos unos de otros. Necesitamos saber que existe el bien y el mal, para sentirnos seguros en el lado de los buenos. Así, dice Nietzsche, sólo mediante ese olvido puede el hombre vivir con alguna calma y seguridad. Pero, advierte, el que una metáfora se haya endurecido por su uso no garantiza en modo alguno que sea necesaria, legítima, o verdadera]
10 Un párrafo dedicado al conocimiento científico: es de suponer que los conceptos científicos, las leyes de la naturaleza y, en suma, todo ese saber que “tanto respeto nos impone”, habrá de estar preso de la misma ficción que envuelve a todo lenguaje conceptual. En realidad, las propiedades de las cosas sólo se corresponden con las características que nosotros hemos introducido en ellas, y no con hechos objetivos. ¿Qué sabe una “masa” de su peso? ¿Qué sabe una “órbita” de su circularidad? Otra vez se hace presente el ejemplo del matorral: ¿nos asombraremos de que la realidad parezca “lógica” y “estructurada” si nosotros hemos inventado un sistema de representación lógico y estructurado para hacerla comprensible? Supongamos que tenemos una superficie de arena, de forma irregular. Ahora le aplicamos un molde hecho por nosotros en forma de celdas. Al levantar el molde, la arena queda perfectamente delimitada en áreas cuadradas, según la forma del molde. Entonces decimos que la arena está dispuesta ordenada y lógicamente. ¿Qué mérito hay en ello? Igualmente, las leyes de la naturaleza, según Nietzsche, no dicen “nada” de la auténtica realidad natural, sino sólo se relaciones introducidas ficticiamente por el hombre en la naturaleza. Si yo digo que la fuerza es igual a la masa por la aceleración, ello no me enseña un ápice de qué cosa es la fuerza o la aceleración: sólo establece una relación entre estos conceptos utilizando un instrumento (la matemática) construido por el hombre precisamente para establecer relaciones: ¿deberé asombrarme, pues, si en el futuro, las fuerzas y las aceleraciones están ligadas entre sí?]